Julian Roman Sandoval Devries (Clan Gangrel)
Me he sacado la ESO aquí y tanto el compañerismo como el trato de los profesores (Begoña, Ana, Ricardo, Enrique, Rosa y Carmen) ha sido excelente, a todos ellos un abrazo enorme. ¡Menuda diferencia con aquellos profesores que tuve durante la EGB allá por los 80 y con los que salvo excepciones, no aprendí absolutamente nada!
Yo nací en 1975 y a nosotros nos empezaban a pegar los profesores nada más entrar al colegio. Cada vez que cuento mis recuerdos de aquellos años siempre hay alquien que me mira con estupefacción y me dice: ¿Pero tu a qué colegio has ido? ¡Como si esto me hubiese pasado sólo a mi! Pero no, todo eso era el pan nuestro de cada día en aquellos años.
La primera que nos pegaba era la «señorita» de primero y segundo de EGB. Soltaba enormes bofetones con la mano abierta que dejaban los cinco dedos y el anillo marcados en el carrillo del que fuera ¿Verdad Doña Alicia?.
Tirones de pelo y patillas ¿Verdad Don Pedro?, vejaciones verbales o humillaciones ante los compañeros ¿Verdad Don José y Doña Mari Carmen?, etc. eran constantes durante la EGB. Cada profe tenía su manera de pegar, la cual, era algo así como su "marca personal". Los recuerdo a todos ellos y doy fe de que mis casi cuarenta compañeros, también se acuerdan de muchos de aquellos episodios de auténtico terror.
Más de una vez algún alumno acababa en el hospital por hacerle sangrar de los oídos a base de bofetones, por roturas de la ternilla de la oreja cuando estiraban de ella hacia arriba, o por heridas en la cabeza al darnos con un manojo de llaves ¿Verdad Don Eloy? Con los nudillos y a golpes en la cabeza (capones) nos "pasaban revista" a todos, acabar con el ojo morado por el impacto de un borrador lanzado con fuerza era una manera infalible de mantener a la chavalería en silencio ¿Verdad Don Luis P.?
A tortazo limpio nos ponía «en corro» a repetir las preposiciones mientras el olor a vino inundaba el aula, después nos mandaba hacer multitud de ejercicios de lengua mientras nos vigilaba por un pequeño agujero que le había hecho con el cigarrillo al periódico que siempre leía en clase hasta que a veces se dormía, mucha gente se extraña pero en esa época los profesores fumaban en clase ¿Verdad Don Jesús?.
Los trozos de las reglas de un metro que se utilizaban para trabajar en la pizarra saltaban en trozos por el aula cuando impactaban en la cabeza de algún pobre incauto cuyo único delito era hablar con un compañero ¿Verdad Don Alberto I.?
En cualquier caso todos ellos tenían algo en común, eran especialistas en humillar a los más débiles: los que llevaban gafas, los que tenían sobrepeso, los «tontos», los que no eran unos pelotas, etc. la violencia era casi diaria.
Ya de mayor he pensado mucho en todo esto y no entiendo cómo una "persona" adulta que se supone que tiene por misión transmitir conocimientos y ayudar a los pequeños a sacar lo mejor de si mismos, puede hacer uso de su fuerza contra un niño de entre 6 y 12 años que no se puede defender.
Esa diferencia de poder, ese abuso y maltrato hacia los mas indefensos y esa impunidad, formaban parte en el día a día del estudiante de EGB durante los años 80. Durante aquella época, la violencia explícita y cruel contra los niños estaba totalmente normalizada. Pero eran nuestros propios padres quiénes nos llevaban a esos colegios (En mi caso, fue un conocido colegio situado en el barrio de Adurza) y eran los impuestos de todos los que financiaban aquella lacra. En mi caso, parte de la infancia fue humillante y represiva. Era un sálvese quien pueda, pero en fin, que en cuanto pude me largué de allí y no he parado de correr hasta hoy.
También he de decir que tuvimos algunos profesores encantadores y buenos profesionales con los que aprendí mucho: Don José Ramón Goicolea, Don Juanjo Beltrán, Don Melchor Alegre, Doña Pepita Torre, Don Alberto Urcelay, Don Andrés Sesma, Don Julio Conde, Don Luis Galilea, Don Eduardo Sáez, Don Isidoro Diaz de Arcaya y Don José Manuel Jáuregui (nuestro director) A todos ellos un fuerte abrazo y muchísimas gracias.