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Mi respuesta a lo que dice este señor es que yo NUNCA he afirmado que en su despacho se soliciten honorarios antes de una primera cita. Claramente estaba haciendo una sugerencia dirigida a quien leyese mi reseña. Estaba usando verbos imperativos, que se utilizan para expresar consejos, entre otras cosas. Lo que me sorprende es que no lo entienda. A mí me despachó en dos minutos sin apenas escucharme ni facilitarme sus honorarios, después de tenerme cerca de media hora en una sala de espera. Me está diciendo que eso mismo no pudo hacerse por vía telefónica? Yo no vivo en la capital y esa gestión me llevó dos horas. Podría haber durado los mismos dos minutos del mismo día que telefoneé para pedir cita, por ejemplo. A eso me refería. Dudo mucho que me facilite mis datos como me sugiere, porque no estoy dispuesto a volver a ese sitio ni aunque me pagasen ellos a mi. Me llevé una muy mala primera impresión.
Cuando este señor me recibió, comenzó a reprenderme empleando muy mal tono sobre otro caso que no tenía nada que ver conmigo, sin antes preguntar nada en absoluto. Primero dispara y luego hace las preguntas. Me dejó de piedra. Aunque fuese un malentendido, es muy mal comienzo como para sentirse cómodo con alguien. Ese método de comunicación no inspira confianza. Quise consultarle otras dudas pero ya no le encontré sentido. Además, me habló durante toda la cita levantando el tono de voz con la puerta abierta de su despacho enterándose media oficina. A eso llama confidencialidad? Excelente técnica para ahuyentar a la gente indeseada.
Tampoco he dicho nada sobre tergiversar información facilitada por el cliente. No sé qué hace desmintiendo algo que yo no he dicho. Parece que no entienda nada. Lo que he dicho es que la secretaria tergiversa el diálogo. Lo mismo que este señor con mi reseña. Le está dando forma a mis palabras a su conveniencia para amoldarlas a su discurso de perfecto profesional. Menuda cara más dura.
Primero se quedó atascado con la idea de querer ver un documento que no llevé porque sinceramente me pareció irrelevante. Aunque no entiendo a que vino tanto drama, porque ese documento yo podría habérselo mandado al momento de llegar a casa, pero se puso muy exigente y cortante con eso. «Ya pero el documento», «ya pero el documento», «ya pero el documento», «ya pero el documento», «ya pero el documento». Me lo solicitó interrumpiéndome, sin exagerar, cinco veces seguidas. No escuchaba. Pero lo sorprendente es que al final ese documento daba igual porque acto seguido me dio largas en menos de un minuto. Su primer monólogo regañándome por error fue más largo que mi intervención. Parece que el documento no fue más que una excusa para ponerme obstáculos, porque su predisposición iba a ser mala antes o después, y emitió un veredicto sin apenas escuchar nada ni tener suficientes datos. Me dijo en tono soberbio que él lleva 38 años sentado en ese sillón, y fue tajante en que mi caso no tenía solución moviendo la cabeza de lado a lado en repetidas ocasiones con una actitud inflexible. Con esa actitud se perdió muchos detalles que no tuve oportunidad de contarle.
Según sus palabras, iba a salirme más cara la montura que el caballo. Debe ser que sus monturas son muy costosas, porque tuvo que ayudarme otro abogado a resolver mi caso. Debe ser entonces que las monturas de este último son más económicas. Su punto de vista no era más que una opinión formada de manera incompleta. Además de que hay maneras y maneras de decir las cosas.
Concluyó el encuentro diciéndome que yo fui allí a pedirle asesoramiento y asesoramiento me dio. Tal cual. Como ya he mencionado, mi reunión con él no duró más de un par de minutos. Asombroso. Eso no es tratar como a ganado? Me despachó literalmente. Sólo me faltó la marca. Sencillamente mi caso no estaba a su altura. Media hora en la sala de espera para una atención de un par de minutos? En serio? Ok, mi tiempo también es muy valioso como para encima tener que pasar por eso. En general fue una mala experiencia.
Toda esa buena actitud de su respuesta nada tiene que ver con mi relato.