Victoria F
Mi experiencia con estos así llamados dentistas ocurrió ya hace algunos años, pero como aún hoy día sufro las consecuencias de su negligente actuación y me sorprende que este José A. Uriarte siga ejerciendo como odontólogo paso a detallar lo que me sucedió cuando tuve la pésima idea de acudir a su consulta. Como digo fue ya hace unos años que la tal Delia Alvárez me dijo durante una revisión que sería conveniente un tratamiento con ortodoncia para corregir un diente que llevaba tiempo moviéndose. Me remitió entonces al tal José A. Uriarte, que fue quien a la postre llevaría todo el proceso. Pues bien, después de más de año y medio me retiraron la ortodoncia. Antes de nada decir que el tratamiento fue bastante más largo y caro de lo que me presupuestaron al principio (p.ej. me dijeron que de realizar más de una visita al mes solo cobrarían una, pero resultó ser falso) Pero lo peor fue el resultado del tratamiento.:en cuanto me retiraron la ortodoncia me di cuenta que me chocaban dos dientes, es decir que en vez de cerrarse la dentadura normalmente la mordida era defectuosa por causa de que un diente de arriba me chocaba con otro de abajo. Así que acudí a la consulta para señalar el problema de maloclusión: y esta fue la reacción del individuo llamado José A. Uriarte en cuanto se dio cuenta de la tremenda chapuza que me había hecho : cuando estaba manipulando mi dentadura empezó a tratarme con suma brusquedad -intencionadamente, sin duda- y a hacerme bastante daño, así que en un gesto casi instintivo yo cerré la boca; lo que hizo entonces fue gritarme- y no exagero, me gritó-: "quieres abrir la boca bien de una vez" y siguió tratándome con suma brusquedad hasta que se retiró y me dijo: " ya está, ya puedes irte", a lo que yo casi sin saber cómo reaccionar - de ninguna manera podría nadie esperar un trato semejante- le intente explicar por enésima vez que me había quedado mal la dentadura, que no cerraba bien la boca, que me tropezaba un diente de arriba con otro de abajo, etc,... Su actitud fue esta: se apoyó chulescamente en una mesa con los brazos cruzados y la cabeza ligeramente echada hacía atrás y me dijo: "no, los dientes no tropiezan", yo vuelvo a insistir y él con lo mismo, vuelvo a insistir y él con lo mismo una y otra vez. Como en ningún caso esperaba esta reacción me quedé sin saber qué hacer hasta que una de sus ayudantes, de nombre Conchita,- y que por cierto durante todo mi tratamiento se comportó como la persona más antipática que se pueda imaginar-, me cogió por el brazo y me "acompañó" hasta la puerta. Ya no me paro, por no extenderme mucho, en relatar mi peregrinaje posterior por otros dentistas que me dijeron que en mi caso no se debería haber puesto nunca ortodoncia, qué cómo se le ocurrió al dentista y etc, etc... ni tampoco en contar las consecuencias que aun sufro debido a la negligencia de estos individuos.