Juan Antonio Weil Luque
Hemos querido instalar un spa en un ático, y previamente nos presupuestaron un estudio e informe de viabilidad de la estructura, con un precio de 630 euros, que no nos ha convencido para nada porque no da, a nuestro juicio, un dictamen claro, sino que está supeditado a realizar las siguientes acciones que nos querían presupuestar.
Tras recibir el informe, hemos expresado nuestra disconformidad, porque esperábamos otra cosa, y nos ha generado mucha desconfianza. En lugar de recibir de vuelta una llamada, como tantas que habíamos recibido previamente, hemos recibido un email en el que señalan matices del presupuesto en los que se especifica que hemos recibido lo firmado, y no digo que no, pero no es lo que habíamos hablado por teléfono y en directo de lo que esperábamos del citado informe.
Además, nos han dicho, y cito textualmente “Te rogamos que nos aclares si quieres que sigamos adelante con tu proyecto porque ante la alta demanda de instalaciones de este tipo que hay en estos momentos no podemos permitirnos el lujo de dedicarle tiempo a un proyecto de un cliente que no confía en nosotros de entrada”.
Ante esto, hemos concluido relaciones, y perdido 630 euros por no entender bien la letra pequeña del presupuesto.