Touceda
Se trata de un centro deportivo concertado por el Ayuntamiento. No puedo hablar de todos los trabajadores, ya que no tengo trato. Sí de un monitor que solo he visto en el turno de mañana y la coordinadora de la sala fitness. Dos personas que actúan sin respeto ni distancia social.
Acostumbro a mover mi toalla de una máquina a la siguiente, antes de limpiar la anterior, para no perder el sitio mientras desinfecto. Cualquiera que vaya al gimnasio asiduamente sabe lo complicado y valioso que es conseguir el tiempo y orden perfecto al entrenar sin esperas. Este proceso son 10 segundos de demora en la desinfección. El monitor se acerca directamente y detiene mi trayecto hacia los productos desinfectantes, no respetando la distancia de seguridad (situándose a menos de medio metro) e incluso bloqueándote con la mano en el pecho.
El monitor, tras esta irresponsable interrupción y explicarle mi proceder, a la par que aviso sobre la reducida distancia mantiene (cercana al medio metro), se obceca en su premisa y emprende una persecución constante, en la que decide invadir el espacio durante los próximos minutos.
Le pregunto si va en busca de confrontación, y le aviso que luego dejaré constancia de los hechos.
Ante esta advertencia, el hombre se enfurece más, y va en busca de la coordinadora y, sin más información que la aportada por este, secunda a su compañero.
Esta actuación de caciquismo, tras varias amenazas por parte de la ahora coordinadora, prosigue hasta que abandono la sala fitness y me dispongo a hacer una reclamación formal. La cuál tratan de entorpecer incluso llegando a forzar llamar a la policía local, para poder terminar la misiva.
El objetivo es que ambas personas se disculpen, se revise en el centro las medidas de distanciamiento que trabajadores aplican y mejore la calidad del trato hacia los socios.