Tamara Cuevas Martín
Expongo mi experiencia personal... fácil de resumir: en mi opinión, una auténtica chapuza.
Se llevaron casi 3000 euros (por lo que Eduardo, el dueño de la empresa, definió como “una tarea sencilla”) y no realizaron todo el trabajo contratado; y lo que hicieron (quitando la retirada de la enredadera) desde mi punto de vista lo hicieron mal. Además, ocasionaron daños en la fachada de la casa. Nos lo ocultaron; lo vimos al supervisar, al final del día, la evolución de la obra. Nos cobraron la reparación y ha soportado escasos meses.
No responden por nada de ello. El dueño ni siquiera se ha dignado a hablar con nosotros. Sólo lo ha hecho una empleada, Andrea, para responsabilizar a la reciente nevada de lo que yo considero auténtica falta de profesionalidad. Solicitamos una reunión un situ, puesto que toda reforma está cubierta por una garantía; se comprometieron a celebrarla pero no han venido.
La valla que debían reacondicionar casi se cae al pasar el verano y soplar mínimamente el viento. No afianzaron la sujeción, aprovecharon la existente (prácticamente nula) y aumentaron la altura, convirtiéndola así en algo inestable y peligroso.
Facturaron más metros de cañizo de los que realmente colocaron y nunca llegamos a ver la factura de la compra del mismo. Este cañizo, en varios tramos del vallado, no está anclado prácticamente a nada, por lo que ha ido resbalando poco a poco y ya no cubre la alambrada.
Debían podar un magnolio, que sigue como estaba en su día.
A años luz de las 5 estrellas de la reseña de Verónica, ex-empleada (según Andrea) de la empresa, y que fue la que dirigió nuestro proyecto con un trato al cliente, tal y como yo lo veo, bastante deficiente.