Modesto Gonzalez Perez
Mi experiencia como alumno de la diplomatura de podología fue nefasta. En mi época, el alumno no era el centro de la formación. Profesores como Guillermo Lafuente que no enseño nada de ortopodologia, eso sí, luego había que hacer el famoso master de ortopodologia y biomecánica de la universidad de Sevilla, que ya ni es famoso ni hace falta hacerlo, pues hay cursos mejores. Pepe ramos, profesor sin conocimiento teórico ni práctico sobre podología. Cómo era posible que impartiera una asignatura denominada podología preventiva que corresponde al área de medicina. Antonio Córdoba, más interesado en sus publicaciones científicas que en la formación del alumno. Aún recuerdo el día que puso un vídeo en una clase práctica para pasar el rato. También recuerdo de forma nefasta las prácticas en los geriátricos, sin medidas de seguridad como sistema de aspiración para el polvo de las uñas, y ni siquiersa mascarillas para evitar aspirar el polvo al realizar plantillas, ni cascos de insonorización para evitar quedarnos sordos por el ruido de las aspiradoras. No me enseñaron a tratar de forma práctica un simple papiloma. No nos enseñaron a poner una simple infección de anestesia, algo necesario en el día a día de una consulta. Salcini, con una asignatura CUATRIMESTRAL de ortesiologia digital, algo que en una semana se enseña. En general, la formación, nefasta. Y no hablemos de sus clínicas privadas que en mi época eran llevadas por alumnos recién titulados y que no cobraban nada. Y a día de hoy la profesión está masificada y no tiene visos de mejorar, al contrario. Estos son los servicios públicos que pagamos,ven aquella época nefastos. Ojalá yo pudiera elegir donde estudiar, como el que elige un restaurante o un taller. Modelo educativo anglo americano. En mi promoción, de 40 alumnos, más de cinco nos cambiamos a otra estudios, de lo que me alegro enormemente. Lo dicho, nefasto. NO LO RECOMIENDO.