Antonio Blanco
En el siglo XIX cuando se fundó estaría muy bien y probablemente en el XX, pero ha llegado al XXI sin ofrecer nada relevante en un entorno masificado.
Reservas una noche en el hotel y te dan un circuito termal de 50 minutos. Para empezar no puedes reservar el circuito antes de registrarte lo cual hace que llegues y lo mismo tengas que esperar al día siguiente a hacerlo como nos pasó a nosotros. Esperar, si está bien, pues vale, esperas. Esperar para meterte en agua templada con 20 personas de aforo y ver que la mayoría de los chorros de agua están rotos y no echan el agua convenientemente, que la sauna está cerrada por el covid y que las pozas están vacías es hacerte picar y perder el tiempo.
Lo mismo que pasa con el circuito termal pasa si quieres un masaje o cualquier otra cosa diferente. Que no hay hueco y tienes que reservar para más allá de 24 horas, lo cual imposibilita el acceso si sólo coges una noche.
Los jardines y los alrededores algo abandonados y usados para aparcamiento masificado. 2 pistas de padel.
Los desayunos por turnos, pero la gente no se levanta cuando termina su turno, así que las colas se suceden en la mañana para desayunae y la cena de menú está rica, pero de 27 euros por persona sin incluir bebida...pagas el exceso en un comedor cuidado de lujo del XIX y servicio rápido.
Finalmente admiten perros, pero no dejan tenerlos en zonas comunes ni en el lago al aire libre sin molestar (ya presuponemos que en las termas y en el agua no, pero molestar molestan más los niños). Vamos, que no admiten mascotas, pero quieren hacerse un lavado de cara dog-friendly cada vez más habitual engañando a los dueños para que pensemos que podemos reservar allí y disfrutar con nuestros amigos para luego enclaustrarlo en la habitación.