Manuel Minchón
En el Restaurante Masero, antigua cocina de La Plazuela, (donde mejor he comido). Me pusieron una tabla de Quesos Doñana. El queso viejo, terroso, fuerte, intenso y profundo me encantó. Después pedí unas cocochas que era una plato del antiguo restaurante y salto la liebre. Reconocí la mano del Chef en ese plato. El hombre salió a saludarme, costumbre por cierto que tiene el hombre para todos sus comensales y le pedí el nombre del queso. Desde entonces no falta en mi casa. El motivo de esta reseña es su última creación "El mostrenco" feo nombre que hace honor a su tamaño pero no a su entrega al paladar. Es un queso lento para trabajarlo con la lengua. No deglutando más bien aplastandolo con la punta de la lengua. Allí encontrarás su picor. Más atras su potencia, un sabor a tierra, trufa, bastante dulce, cercano quizás a la uvapasa. Pero además tiene muchos secretos y digo esto porque tiene una parte uniforme en el sabor que acabo de citar pero también nos deleita con partes más fermentadas o curadas propias del tipo, cuidado, tiempo y tamaño de este queso. Para mi en concreto que soy amante de los quesos viejos y con identidad puedo decir que es una maravilla por todas las sensaciones que produce en cada uno de sus trocitos. Sin duda una gran creación para los amantes queseros. No debería ni de escribir esto por interés propio. Este artesano realmente se la merece por su calidad.