Belinda Sierra
Mi marido y yo hemos hecho la visita VIP, tanto a la Finca Monteviejo, como a Las Tiesas de Santa María. En la primera pudimos aprender y contextualizar el trabajo que desde hace décadas viene realizando la familia Martín. Lo cierto es que en la parte del museo impresionan los centenares de reconocimientos y premios, nacionales e internacionales, que la Ganadería Victorino Martín viene recibiendo. En Las Tiesas pudimos ver de cerca el cuidado y la situación de los toros. Nos explicaron los elementos que hacen de esta Ganadería un referente en la cría del toro de lidia, basados en el cuidado permanente de la dehesa y de todo el ganado que en ella habita. Aunque no somos conocedores del sector, nos ha resultado imposible no ilusionarnos con este proyecto familiar, que se encuentra a caballo entre la segunda y la tercera generación, y que combina los nobles valores de la tradición con los retos de innovación del mundo actual. Sin duda, nos ha quedado claro que solo una persona dedicada al campo es capaz de dar lo mejor a la naturaleza y a los animales. Las personas que trabajan en agricultura y/o ganadería son las que más valoran, quieren y cuidan a los animales, así como al espacio natural que los rodea. Sin duda, me han hecho replantearme muchas ideas preconcebidas.
A las visitas se añade la gastronomía local, que no faltó en ningún momento. La carne de toro era espectacular. Y lo que más me gustó es que no tuvieron ningún reparo en compartir su mesa familiar con nosotros. La hija de Victorino Martín, Miriam, nos hizo la visita completa durante más de seis horas y compartió la mesa familiar con nosotros para comer. Atendió con gran paciencia a todas nuestras dudas y preguntas. Un encanto de chica. También nos atendió de manera muy cálida su padre, que no dudó en comentarnos interesantes detalles sobre los proveedores que tiene en nuestra región de origen (Cantabria).
La experiencia es altamente recomendable, no te deja indiferente y el ambiente es siempre acogedor. Muchas felicidades a Victorino y a Miriam por su cercanía, amabilidad y disponibilidad. Felicidades a Alan también, el vaquero que nos explicó con detalle el trabajo en la finca. Un chico que nos ha transmitido su profesionalidad, su conocimiento del medio y que no ha tenido problema en venir del otro lado del país para trabajar a una de las mejores ganaderías del país.