Víctor Arcas
Éramos un grupo visitando la ciudad y la mitad no tenían mucha hambre, así que decidimos visitar este local por el atractivo que suponía la cerveza a los menos comedores.
Nos asignaron una mesa arriba y, tal cómo está la cosa, agradecimos la distancia entre mesas.
Probamos unas cuantas cervezas cada uno, de rubias a negras según cada gusto, pasando por las de sabores para los menos cerveceros, y alguna sidra.
En cuanto a comida, tienen tanto opciones alemanas como gallegas. Nosotros pedimos una ensalada alemana, una ración de raxo y tres salchichas (frankfurt, bratwurst y currywurst) con tres mostazas diferentes (normal, dulce y con curry) y guarnición de puré de patatas y chucrut.
La ensalada era claramente calórica pero sabrosa, con bastante salsa y pasas. El raxo, acompañado con patatas, estaba genial, muy tierno. Y tanto las salchichas como su guarnición te transportaban a tierras germanas.
La variedad de cervezas y salchichas es considerable, tanto que agradecimos la valiosa ayuda del simpatiquísimo camarero que nos aconsejó tanto para elegir la bebida ideal como las combinaciones de salchichas y mostazas más adecuadas.
Cabe destacar que hay más marcas de cerveza fuera de carta y el camarero se las conoce todas, así que es una buena idea dejarse aconsejar.
Por último, fuimos sorprendidos con unos postres caseros excelentes. Tanto, que no tuve tiempo a inmortalizarlos.
La tarta de queso (sin mermelada) me enamoró. Muy recomendada. Si volviera la volvería a pedir.