Carmelo Díaz
Una pena el acceso, muy malo, y peor indicado. Parece mentira que se puedan poner peores y tan escasas indicaciones para acceder a un Parador Nacional.
Además había que subir una buena cuesta y dar un rodeo porque no se podía acceder desde el parking al edificio (estaba cerrado). Y eso con lluvia y frío, de noche... se hace muy desagradable.
El Parador en sí está bien, en un alto, con Lorca a sus pies. Dicho sea de paso, una población que tiene muy poco que mostrar a un visitante (o si lo tienen no saben venderlo).
El desayuno en sí estaba bien, pero muy desatendido, de hecho las 2 veces que lo utilizamos no había nadie para pedirnos el n° de habitación, ni darnos ninguna indicación. Así ocurría que vi varios comensales sirviéndose sin utilizar mascarilla... Eso sí, con la pinza desechable de que te proveen a cada uno.
Lo de los turnos, a pesar de que lo tenías que elegir, tampoco se cumplía: había grupos grandes que se establecían durante muchísimo más de media hora, de tertulia, con algunos que llegaban rezagados del grupo (algún autobús de jubilados)...
La piscina climatizada muy bien, aunque el agua me afectó muchísimo a los ojos, se ve que estaba MUY tratada químicamente.
Una pena que los vestuarios estuviesen cerrados, había que bajar en albornoz y, en nuestro caso, no teníamos chanclas: allí si querías te las vendían
Eso sí, muy tranquilo y cómodo, increiblemente silencioso por la noche, una gozada, descansamos de maravilla.
Nos trataron muy bien todo el personal, hay que decirlo bien claro, pero la verdad es que no repetiría aunque sólo sea por el acceso de pesadilla.
Otra pequeña pega es que con lo grande que es nos tocase la habitación justo encima de la entrada, con la "carga" y "descarga" de autobuses, y pocas vistas más, aunque tampoco hay mucho que ver salvo Lorca allá abajo